domingo, 27 de marzo de 2011

Vuelta al Paraíso


Es media tarde de viernes. Con unos ventipocos grados y una suave brisa dándome en la espalda, disfruto  caminando por el paseo marítimo. No hay nadie más,  parece solo mío. El lado que da al norte huele a hierba recien cortada, el sur tiene un fuerte olor a mar (alguna ventaja tenía que tener la civilización).
Recuerdo cuando este paseo no era más que un camino de tierra, solo algo más duro que los alrededores porque por aquí pisabamos los que ibamos al recién estrenado centro comercial. No había entonces edificación alguna entre nuestras casas y el apartahotel. Entonces era posible, en pleno verano, contar las sombrillas que se veían en la playa y casi bastaba con los dedos de las manos. Esto era entonces el Paraíso. Luego, cuando este hueco empezó a ser edificado y nos dijeron lo que pedían por esos apartamentos nos echabamos las manos a la cabeza. Luego ese precio se ha multiplicado por cinco o diez o yo que sé cuanto más...
Entonces la playa empezó a llenarse y ya no era como antes. Se volvió otra playa saturada como tantas y desapareció gran parte de su encanto. El verano era distinto. Habíamos perdido esa playa en la que todos nos conocíamos,  que compartíamos con los vecinos los juegos, las bebidas y el mar...
Pero ahora que comienza la primavera, que el tiempo invita al paseo pero aún los hoteles no han abierto porque están de reformas, el milagro vuelve a producirse. Las dunas, con las lluvias del invierno, se han llenado de todo tipo de vegetación que crece salvaje a su aire, el viento mueve una arena apenas pisada y la alisa hasta que el mar la termina de aplanar a su paso. Las olas , mucho mayores que la de verano, les dan al mar un aspecto más fiero, llegando hasta las dunas, casi no se ve zona de arena. La naturaleza le da la espalda a todo cuanto el Hombre ha echo por domarla, ahora parece capaz de recuperar su antiguo dominio. Puede que sea un espejismo, pero parece que los edificios buscan integrarse mejor en el paisaje, pasar  más desapercibidos.
 En las tiendas volvemos a ver solo caras conocidas, los camareros nos llaman por nuestros nombres y en la playa todos nos saludamos. Ahora estoy paseando y me he sentado para recrearme, para volver a sentir aquello que fue cotidiano y ahora se ha perdido. Hoy he vuelto al Paraíso.

No hay comentarios: