lunes, 25 de julio de 2011

El calendario del preso.

el calendario del preso decora una pared, por lo demás desnuda, de la celda. No mide el tiempo, ni el paso de los días, meses ni años. Vino con él, y con el se irá. Lleva ahí tres años y no tiene arrancada una página, ni una marca, ni un tachón. Porque el calendario del preso no cuenta los días sino las  ilusiones. Lo mira con frecuencia y se le alegra la cara. Es lo único cuidado entre esas cuatro paredes sucias y desastradas donde el preso vive indiferente a la porquería que le rodea.
El calendario del preso aguanta sus sueños, le da razones para querer salir, alimenta su paciencia y le da fuerzas para seguir. A veces piensa si no sería mejor abandonar su vida de delincuencia y buscar trabajo. Tal vez así podría buscar  un sueño como el que el calendario le pone delante.
No trata de esconder nada con él. Al revés que en el caso de Andy Dufresne, no oculta nada. Al contrario, por lo que vale está bien a la vista...

Sobre las blancas hojas, bastas y un poco ajadas, una señorita ligera de ropa, con dos potentes razones por delante y abundantes curvas por todos lados sonríe, solo para él, a cualquier hora del día.
Nunca pensó el dueño de talleres Dominguez que ese calendario que todos los años regala a algunos de sus clientes fuese capaz de realizar tan importante labor social.

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