sábado, 30 de julio de 2011

Donde todo comenzó.

Hay un rincón, relativamente pequeño del mundo, donde casi todo comenzó. En Oriente Medio nacieron la Agricultura, la Escritura, la Cerámica, las primeras ciudades.... En algunos cientos de kilómetros cuadrados se desarrollaron todos estos avances fundamentales para la Humanidad.  En un lapso relativamente corto de tiempo, y en un espacio reducido, se produjeron todos esos cambios. ¿Qué pasó en ese lugar para que todo se concentrara allí?. Hoy por hoy esto parece ser una incógnita, al menos yo no he visto ninguna explicación por ningún lado. Para colmo, en la misma zona, algún tiempo después, nace Abraham, padre de las principales religiones monoteístas. Hoy, vistas las divergencias entre ellas, parece imposible que surjan de un único mensaje. Pero es así. Perdonen la frivolidad, pero me recuerdan ese juego de niños en los que en cadena se va diciendo en voz débil un mensaje. Al final se comparan las primeras palabras con las que ha creído entender el último. Las diferencias son enormes. Eso mismo parece haber ocurrido en el tema religioso, de un mensaje único han surgido con el tiempo tres doctrinas totalmente diferentes.
El Hombre no surgió allí. La Humanidad parece proceder de África, pero todo lo que tiene que ver con la Civilización, con lo que nos ha hecho diferentes de los demás seres vivos de la Tierra, nace en ese pequeño pedacito de tierra, hoy desértica, antaño un vergel.
Y encima, ahora en ese sitio se concentran las mayores resesrvas de petróleo de la Tierra. Que mal repartido está  el Mundo. Bueno, ellos tuvieron una vegetación muy rica, y hoy es un desierto. Al menos ahora, el vergel lo tenemos nosotros.

lunes, 25 de julio de 2011

El calendario del preso.

el calendario del preso decora una pared, por lo demás desnuda, de la celda. No mide el tiempo, ni el paso de los días, meses ni años. Vino con él, y con el se irá. Lleva ahí tres años y no tiene arrancada una página, ni una marca, ni un tachón. Porque el calendario del preso no cuenta los días sino las  ilusiones. Lo mira con frecuencia y se le alegra la cara. Es lo único cuidado entre esas cuatro paredes sucias y desastradas donde el preso vive indiferente a la porquería que le rodea.
El calendario del preso aguanta sus sueños, le da razones para querer salir, alimenta su paciencia y le da fuerzas para seguir. A veces piensa si no sería mejor abandonar su vida de delincuencia y buscar trabajo. Tal vez así podría buscar  un sueño como el que el calendario le pone delante.
No trata de esconder nada con él. Al revés que en el caso de Andy Dufresne, no oculta nada. Al contrario, por lo que vale está bien a la vista...

Sobre las blancas hojas, bastas y un poco ajadas, una señorita ligera de ropa, con dos potentes razones por delante y abundantes curvas por todos lados sonríe, solo para él, a cualquier hora del día.
Nunca pensó el dueño de talleres Dominguez que ese calendario que todos los años regala a algunos de sus clientes fuese capaz de realizar tan importante labor social.

viernes, 22 de julio de 2011

Amor incomprensible.


La casa destila un aroma de total incomunicación. El espejo permanece pegado a la pared, ignorante de la caída hace unos meses del clavo que lo sujetaba. Los ladrillos de los muros se creen aislados, como si no existiera el cemento que los une y los separa. Los habitantes, dos, se ven mutuamente como espectros, una sombra que a veces pasa por delante no se sabe si vista o soñada. Solo algunas tareas domésticas los hacen visibles-¿Recoges la sala mientras bajo la basura? –Voy a hacer una ensalada. –Vale, ¿Quieres que corte las manzanas?- Bueno, y saca un par de latas de atún. Más tarde, la comida volverá a devolvernos a una pareja de solitarios que ni se hablan ni se miran. Como cuando dos no son uno más uno, a lo sumo uno y uno. Más frágil que la compañía del dúo de la tos, de Clarín, la más triste que conozco. Desde el más mudo de los silencios han acordado cierto reparto de las obligaciones de la casa: uno barre, friega, el otro plancha, cocina… No hay normas escritas ni habladas, pero son tan reales como las del BOE, y se respetan mucho más.
Con todo, no me cabe duda que hay amor. De una clase que no se puede definir, ni explicar. Que no puede entenderse, que parece de locos, como una (otra) locura de amor. Quizá no es lo que pensamos que es amor, ni algo que definiéramos como tal. Pero pienso que hay amor. Uno complicado y extraño, incluso destructivo, como el rito de ¿amor? De la Mantis. Si, amor, de un tipo humano. Ambos en su desapego son como un todo de dos partes que nada tienen en común, pero que no pueden separarse: el cubo y la fregona, el mango y la hoja del cuchillo…
El día que uno falte, el otro buscará su sombra, entonces ausente, y lamentará tantas cosas que debieron decirse, que pudieron ser y no fueron. Y buscará tras la muerte ese espectro que eludía en vida. Sea cual sea el que quede seguirá viviendo con el otro, con la misma ausencia que en vida.
No, la verdad es que no se ve el amor, pero está.
Mucho más allá de lo que las cosas parecen, las cosas son. Y desde que el Mundo es Mundo, lo más torpe que lo habita somos las personas.

lunes, 18 de julio de 2011

¿Cuántos años son cincuenta centímetros?

Ya lleva parada la obra de la calle ocho o diez días y la cosa parece que va para largo. Toda levantada, se ve de tierra solo parcialmente compactada, con abundantes agujeros, como si nos hubiesen bombardeado. Ahora que han retirado los adoquines y escarbado un poco, a unos cincuenta centímetros de profundidad, la calle ha aparecido cuajada de cantos rodados, grandes como melones. Supongo que los usaban para reforzar la tierra, compactándola y dándole consistencia, y los traerían del río, no podía haber un proveedor más cercano.

He tratado de imaginar cómo sería esta calle cuando esa mezcla de piedras y tierra era el suelo que se pisaba. No sé cuánto hará de eso, pero supongo que muchísimo porque los adoquines que tenían encima llevaban ahí más de treinta años con total seguridad porque yo los he visto y pisado al menos todo ese tiempo. En cuanto a las edificaciones el aspecto sería parecido al actual, porque muchas de las casas son las mismas, aunque supongo que se verían más jóvenes. El cambio mayor serían las gentes. Los hombres con gorra o sombrero, falda por debajo de los tobillos las mujeres. Estadísticamente es fácil pensar que vivieron en una España convulsa, entre ansías de libertad y prolongados periodos de autoritarismos. Una época en que el campo lo era todo, trabajando de sol a sol, por poco más que la comida y un techo escaso y pobre para taparse. Esto era así para más del noventa por ciento de la población. Los escasos privilegiados del resto vivirían una vida diferente: más lujosa y regalada, teniendo de todo sin tener que hacer nada. Como el tío Pablo, que en un tórrido mediodía de agosto andaluz, de vuelta del casino, se sentó en la sombra del zaguán de una casa, camino de la suya. Cuando se le acercaron algunos vecinos alertados por su extraño comportamiento, pensando , que se había puesto malo, los tranquilizó diciendo: "No se preocupen, es que me pareció que iba a empezar a sudar, y como no lo he hecho nunca, me he sentado para evitarlo".

Pero la mayoría de la gente que andaba por mi calle si sabían lo que era sudar. Las labores del campo eran duras y hacían envejecer rápidamente, por eso casi todos parecen viejos; una mujer de cuarenta años, hoy una chiquilla, era entonces una anciana.

Y los animales; entonces los caballos eran seres útiles, no el artículo de lujo en que se han convertido. Eran el medio de desplazamiento al trabajo de señores, capataces, médicos, curas… los burros cargaban con los más humildes o llevaban las cargas: los frutos del campo, los aperos… Ovejas y cabras pasaban por mi calle camino de los corrales de las casas.

Me gusta pensar que los animales se sentían orgullosos de su papel en la sociedad, eran seres útiles y apreciados. Ahora los burros casi han desaparecido, solo alguno queda para llevar algún carro en la feria, los caballos solo sirven para presumir, para ostentar, en el fondo, de dinero. Siguen siendo de la élite, pero solo para el lucimiento. Y las cabras y ovejas desaparecieron de las calles; siguen viviendo en el campo, pero ya no visitan el pueblo, como con ellas no se presume, no se enseñan.

No puedo estar de acuerdo con Jorge Manrique, probablemente el tiempo pasado fue peor. Pero puede que las gentes de entonces si fueran, en su mayoría, mejores personas que ahora. A menudo parece que la sociedad depura lo peor que llevamos dentro y lo va perfeccionando. Mientras mejor vivimos peores somos. La sociedad nos facilita la vida pero nos hace más crueles. Es como si hiciera al tiempo dos caminos divergentes: por un lado lucha cada vez más por la igualdad de clases dentro de nuestras propias culturas, por otro las diferencias entre el nuestro y el Tercer Mundo son cada vez mayores, y nuestra indiferencia ante esta realidad palpable, aunque no nos guste reconocerlo.

Las gentes de mi calle de tierra compactada con enormes cantos rodados eran probablemente más sufridas, más pobres y vivirían menos y peor, pero seguro que más solidarias con el mal ajeno.

Kolorao no me debe nada.

Hace unos años siendo pequeños, dejé que mis hijos me raparan. Disfrutaron como enanos metiendo la maquinilla por los pelos y dejando el casco casi como una bombilla. La casa se llenó de pelos y risas, y no sé cuál de las dos cosas tardó más en irse. Recuerdo sus caras de satisfacción mientras empuñaban la maquinilla haciendo carreteras por mi cabeza. Creo que ya por aquel entonces él pensó que algo me dejaba a deber.

Cuando a K. se le acercaba la hora de la Universidad prometió raparse si entraba en la carrera y centro que quería. Su maravillosa pelambrera, algo a lo que no está nunca dispuesto a renunciar, le parecía el mejor tributo de agradecimiento a la vida por la suerte concedida. Y, matando dos pájaros de un tiro, pensó saldar así conmigo la deuda que creía contraída

  • Nada, nada. Me rapas tú. Yo te rapé de chico y ahora ese gustazo de lo das tú.
  • Deja que lo hagan las supernenas que lo harán mejor que yo y te dejarán más guapo.
  • Que no, eso te lo debo…

Me costó, pero al final consintió en que participara toda la calle, y que una de las niñas fuera la que llevara la voz cantante. El resultado fue seguro mucho mejor que si yo hubiese ocupado el papel estelar que él quería darme. La verdad fue muy divertido (hay abundante y variado material gráfico), un fin de fiesta tardío e inesperado, pero divertido. Lástima que algunas que deberían haber estado presentes por diferentes circunstancias, no estuvieran aquí (aunque no sé lo que hubiese pasado entonces).

Lo digo desde ya. Kolorao no me debe nada. No lo sabe, pero soy yo quien estoy en deuda con él. Porque así me permite saldar la que yo, en mi ignorancia juvenil, por desidia contraje con mis padres. Él me da la segunda oportunidad para redimir algo que la muerte me hacía imposible. Trato de cumplir como padre lo que fallé como hijo, y cerrar así un ciclo que de otra manera no podría. Él no lo sabe, y, tal vez para que lo entienda, deberemos esperar a que nazcan mis nietos.

Por todo ello; Kolorao, GRACIAS.

domingo, 3 de julio de 2011

Releyendo los cien años.

Estoy acabando mi tercera lectura de " Cien años de Soledad". Vuelvo a disfrutar del mundo mágico que se destila por todos sus poros. Un pueblo sin muertos ni cementerio, un barco varado tierra adentro que muestra su esqueleto al desierto, Melquíades y sus maravillosas novedades; esos hierros que infunden vida en las cosas, el coronel, de derrota en derrota hasta la victoria final, y cuando la tiene en su mano se rinde, vivos y muertos conviviendo durante años, compartiendo espacios y miserias, locuras y abandonos... Soledades que se cruzan y no se encuentran, algunas que se buscan, las más que se observan sin comprenderse. Aurelios y Arcadios que se suceden, cada uno con vidas diferentes pero iguales al tiempo. Y Úrsula, la presencia constante en el hilo de la historia.
 Y Macondo, que vemos casi nacer y como evoluciona, se despersonaliza, se prostituye, se degrada con las llegadas de aluviones de personajes que buscan en él la solución a sus problemas, la consecución de sus intereses. Llega el mundo y arrasa todo lo que lo hacía único. 
Las palabras son las mismas, el libro, con las hojas más amarillas y ajadas, también; pero tampoco te bañas dos veces en el mismo libro. Toda lectura tiene dos componentes; libro y lector, y nosotros cambiamos con la edad. Por eso el texto no nos dice las mismas cosas en diferentes momentos de nuestra vida. Es  como una conversación desigual, donde una parte mantiene inalterable sus posiciones y es la otra, cambiada y cambiante, la que percibe las cosas de diferente manera. Ahora me dice cosas que en lecturas anteriores apenas presté atención, y me dejan indiferentes pasajes que me parecían los más importantes. Los libros nos hablan, pero sobre todo nos hacen pensar. Son, más que respuestas, buenas preguntas que nos hacen llegar a nosotros mismos a las conclusiones.
Llega un momento en la vida que empezamos a buscar lo que realmente importa y tratamos de despojarnos de lo superfluo, a pasear desnudos por la vida como Remedios la bella. Empiezas a mirar con otros ojos la soledad, cuando ves que tus hijos van a volar ya por su cuenta. No puedo evitar reproducir la frase  que en esta lectura más me ha impactado: " El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad". Maravillosa.
Volví a coger el libro casi por casualidad. Un día volviendo a la villa en tren coincidí con una amiga de mis hijos y no sé por qué salió  a relucir. Ella, que no lo había leído, me decía que seguro lo acabaría haciendo, que una profe de Literatura le dijo que ciertos libros, entre ellos éste, tienen un momento en la vida de cada persona para leerlos, y que entonces aparecen por arte de magia. Sentí en ese momento que me apetecía volver a él, hacía años de la anteerior lectura y me pareció que me llamaba. Con poco más de medio siglo, era buen momento para los cien años... 
No hay mal ni bien que cien años dure (ni cuerpo que lo resista), dice el refrán. Es casi cierto, pocas cosas sobreviven al paso del tiempo. La experiencia me dice que solo aguantan cien años, las buenas obras, precisamente por ello inmortales, y, si acaso..., la soledad.

viernes, 1 de julio de 2011

Nuestro verano.

Puente Viejo llega cada vez más pronto, aunque empieza cada día más tarde. Puede parecer un contrasentido, pero solo para los que no conocen el verano andaluz.Vereis, aquí hace tela de calor. Pero tela, tela, una cosita mala. Al terminar de comer uno se queda un poco traspuesto y.... ya está aquí Puente Viejo. Puente Viejo marca el final de la siesta en casa. Es empezar a sonar su música, clasicota y pegadiza, y me pongo de mal humor, ya hay que empezar a incorporarse.
Y es que trabajar por la tarde en esta bendita Andalucía es inhumano. Al salir a la calle a las cinco y media de la tarde hace un calor que hasta el infierno parece una buena alternativa. Poner los pies en la calle y empezar a sudar es todo uno. El aire es tan caliente que parece que los pulmones van a salir ardiendo, es casi imposible respirar. Para colmo en los negocios no entran ni las moscas. Solo justo antes de cerrar  se forma algo  de bulla pues todo el mundo lo de salir lo deja para última hora. Normal, solo a la anochecida el tiempo nos da un respiro, pero poca cosa.  A veces la noche parece insoportable, no se puede dormir. Uno está empapado en sudor y desesperado, si te duchas, el alivio dura un momento, al instante vuelves a sudar.

A pesar de los pesares, para mi sigue siendo un paraiso. Calentito, como las calderas de Pedro Botero, pero, con todo, paraiso. Aquí no hay quién viva, pero no se me ocurre otro lugar mejor para vivir 

lunes, 27 de junio de 2011

Hay días que no lo tengo claro.

En los días que, como hoy, tengo algo más de tiempo para dedicarle a esto, procuro esforzarme a ver si sale algo más aseadito de lo habitual. Frecuentemente ocurre lo contrario,  empiezo a pensar en algún tema original para sorprenderos, pero las ideas o no vienen o surgen  a montones y se  contradicen sobre la marcha. Al rato, sin saber bien por qué, me veo queriendo hablar de una cosa y la contraria al tiempo, intentando razonar sobre blanco y pensando en negro. Es casi mejor cuando uno anda corto de tiempo; menos tiempo para escribir, menos para dudar.
Pero aún es peor si intento evocar algún recuerdo de la niñez o de hace mucho tiempo. Aquellos "cachivaches del soberao" que hace tiempo que no escribo. Algunos resultaron difíciles de pergeñar, porque no encontraba palabras para describir con precisión lo que esos recuerdos hicieron en mí entonces y lo que significan ahora. A veces no es que no encuentre las palabras, es que ni yo mismo me aclaro. Las dudas se van complicando, y la cabeza parece que va a echar humo.  Se me confunden en un batiburrillo los tiempos y las cosas, los sitios y las personas. Y ya no sé si era ella o era ayer, si estaba allí o aún no era el momento, si las cosas pasaban y era el tiempo el que estaba quieto.
 No sé si lo habeis pensado, pero que raro es esto de la memoria. Hay cosas que estan en ella con total claridad pero no son ciertas. Aunque todos nos digan que las cosas fueron de otra manera, es difícil convencernos de lo contrario; estamos tan seguros de que nuestro cerebro no nos miente que uno no puede evitar dudar de todos antes que de él. Con todo, algo nos dice a veces que no todos los muebles están en su sitio. Creemos tener un un mundo perfectamente estructurado, donde todo está y es como debería. Nuestra lógica es  la única posible, no hay otras alternativas. Pero hay días que la duda se cuela por los rincones, y el edificio se resquebraja. Como las casas de los cerditos del cuento infantil, nuestra organización interior no resiste los ataques del lobo que es la realidad, que tozuda nos muestra lo equivocados que podemos llegar a estar.
Así me veo, por mi mala cabeza, como pollo degollado, corriendo de un lado a otro sin llegar a ninguna parte. Encontrando que no soy (somos) tan perfectos como creo (creemos). Dudando de si no nos equivocamos bastante más de lo que pensamos. Un consuelo, como errar es de humanos, al menos eso nos convierte en personas, ahora solo falta tratar de ser mejores. 

viernes, 24 de junio de 2011

A mi amigo el alcalde.

Cuando no hace mucho decía en estas páginas que no había muchos cambios entre mis alcaldes, suponía cómodamente sentado en su sillón al regidor de la villa. Hete aquí que pocos días más tarde me dicen que tiene un cartel en su puerta diciendo que no va a poder atender a nadie hasta Septiembre debido a la dificultad para nombrar su equipo de gobierno por lo ajustado de su victoria en las recientes elecciones municipales. Terminaba el cartel, según cuentan, diciendo que la regla no admitía excepcción.
Vaya por delante que no tengo nada contra él. Incluso, por lo que a mi respecta, el trato personal que ha tenido conmigo siempre ha sido excelente, pero esto me parece un disparate. Si alguien pierde gran parte de los apoyos electorales que tenía, es posible que aislarse de los votantes no haga más que empeorar la situación.  La opinión pública no tiene precisamente a los políticos en alta estima. De hecho se les considera uno de los mayores problemas que tiene la sociedad. Actitudes como ésta no hacen más que acrecentar esa idea. Creo que, muy al contrario, lo que hay que hacer es acercarse a la gente, demostrarle que son uno más del pueblo, tan interesado como el que más en que las cosas mejoren, que se puede equivocar, pero que se  está dando el callo.
Me sabe mal tener que darle este "palito", porque me parece un hombre honrado; no se si más o menos preparado, creativo o capacitado para el cargo, pero honrado, y eso, tal como está el patio de la política, no es poca cosa.
Por otra parte me duele que la villa solo aprezca en los periódicos por cosas negativas: inundaciones, rayos, las estafas de las nóminas municipales y ahora el aislamiento del alcalde. Creo que la última vez que salimos por algo bueno o hermoso fue por la nevada de enero del año pasado. Espero que esto cambie, que se hagan cosas que merezcan la pena y por las que los diarios se interesen por nosotros. Hay de hecho algunas cosas de mérito como Bitácora, evento organizado por ADINUT, asociación creada en la villa y por chavales de aquí, que hace una gran labor social. Pero resulta que nos vendemos tan mal que cuando se organiza, como el lugar donde tiene lugar es en Mollina porque aquí no hay sitio para la cantidad de jóvenes que tal evento mueve, es la provincia de Málaga (que es donde está ese pueblo) la que se lleva el mérito. Llevan varios años organizando Bitácora (y antes también las 3e-Party) y saliendo en los telediarios de todas las teles, pero nunca se habla de Lora, solo de Mollina y Málaga.
Volviendo al alcalde, espero que recapacite y vuelva atrás su decisión pronto. Ya andan por ahí chistes sobre si trabajo de alcalde y vacaciones de maestro...por aquello de que van de Junio a Setiembre.
Me gustaría recordarle que dejar las cosas para Setiembre es de malos estudiantes, y no suele darles buenos resultados.
No entiendo las razones que alega para tomar tal medida, me parece que la actitud sería la contraria; acercarse a la gente.Todo lo que no sea eso me parece palabrería sin sentido y un comportamiento más de república bananera o de país subdesarrollado que de una democracia modelo como creo que es la nuestra.
 Me recuerda el temita de Shakira: después unas palabras que no entiendo, dice algo que no me gusta "porque esto es África". Querido tocayo: esto es España y la democracia debe ser respetada por encima de cualquier otra consideración.

jueves, 23 de junio de 2011

Koloraoo ya puede ser universitario cuando quiera.

Confirmado, tras merendarse la PAU, el nene ya puede ir a la facu. Con la nota que tiene es bastante probable que pueda matricularse en lo que quiera, aunque ya se verá. No sé por qué estabamos tan atacados si estabamos seguros que estaba aprobado de sobra, pero la tarde ha sido taquicárdica. Hasta que internet nos dijo "tranqui", estabamos en casa con todos los ordenadores echando humo con las continuas actualizaciones a las páginas de las dichosas notas. Dios que estres. Luego alegría,  empezar él a chatear con los amigos y las felicitaciones a (y de) todos. Bueno, algunos se han quedado en el camino, espero que tengan más suerte la próxima vez. Ahora a disfrutar de las vacaciones y a elegir el grado o doble grado. Perdonadme los que no sois de la familia, pero cuando hablo de mis hijos se me cae la baba. Comprendo que no os interese mucho, pero esto va de lo que pienso o lo que me pasa, y los éxitos de mis hijos, son lo más importante que me sucede. Días como el de hoy, con estas noticias, no puedo pensar en escribir otra cosa que no sea " ENHORABUENA TIO, TE LO MERECES".