jueves, 27 de mayo de 2010

Marnie, la ladrona

Marnie, cuando se cruza conmigo por la calle no me saluda. Es más, me vuelve la cara y mira para otro lado, pero su actitud no es de vergüenza, me mira con desprecio.
Fue una chica que tuvimos de empleada de hogar hace bastantes años, cuando era poco más que una chiquilla. Pero entonces aun no le llamábamos Marnie.
Era ya por aquel entonces más llamativa que guapa, rubia  (de bote), con curvas y pechos potentes ( lo que, luego se verá, tendrá su importancia). En definitiva, tenía buen porte y buena facha.
Aquella fue una época en que tuvimos muchachas muy monas pero que nos duraban muy poco. Hubo de todo, pero muchas se fueron porque se casaban o se quedaban embarazadas ( Procu en las entrevistas a las que iban a entrar se lo comentaba). Alguna hubo que llevaba años "buscando" sin conseguirlo y que se quedó a los pocos meses de trabajar en casa. Os juro que o tuve nada que ver, pero alguna que otra broma tuve que aguantar a costa de ese asunto. Menos mal que las escogía Procu, yo en eso, no tenía nada que ver.
Sin embargo en este caso no fue nada de eso. Un buen día dijo que dejaba el trabajo en casa, creo que porque le había salido algo mejor, se le pagó la liquidación y tan amigos.
A mi mujer siempre le ha gustado vestir bien. En la medida de sus posibilidades procura tener ropa buena apropiada para cualquier situación. Como es cuidadosa y todo le dura mucho, tiene un fondo de armario que es un armario sin fondo. Tenía una prenda, una especie de chaleco, para ir muy arreglada (fin de año, noches de feria, etc) que era una preciosidad. Le había costado un pico, pero no había podido resistirse, la verdad es que era precioso. No lo usaba mucho porque no tenemos muchos "eventos" de ese nivel, pero tras cada postura el chalequito se lavaba y planchaba con gran cuidado para dejarlo preparado para la próxima ocasión. Normalmente cuando pensaba en él para una fiesta, mandaba sacarlo a la muchacha de turno.
Poco después de irse Marnie de casa, nos surgió una fiesta y ella pensó en el chaleco, por lo que le dijo a la nueva muchacha que lo buscara. Se lo describió y le dejó el encargo. De vuelta a casa la chica le dijo que había mirado por donde le indicó y que allí no estaba. Procu estuvo toda la tarde buscándolo. No se dejó  un ropero, una  cómoda, un cajón, pero el chaleco no aparecía por ningún sitio. En casa no estaba. Recordó que cuando Marnie ( que ya era Marnie pero aun no la llamábamos así) lo vio, se enamoró al instante de él, e incluso le preguntó si se lo dejaría si tuviera alguna fiesta grande. Ella, procurando ser amable pero firme, le dijo que nones. 
Al caer en esto, inmediatamente sospechó donde estaba el chaleco. Dándolo por perdido, pero no queriendo resignarse, ideó un truco a la desesperada a ver si había suerte. La llamó pidiéndole que viniera a ayudar a la nueva a buscarlo porque no lo encontraba y como ella había sido la última en guardarlo, a lo mejor tenía una idea de donde podía estar. Tras disimular primero no recordarlo, dijo que ese día no podía, pero que mañana por la tarde iría y que seguro lo encontraban, no recordaba exactamente donde lo había puesto pero seguro que estaba por uno de los cajones.
Al día siguiente se presentó en casa. Procu se subía por las paredes, pero disimuló cuanto pudo y les dijo que las dejaba, que tenía mucho trabajo en el despacho. Puso su mejor sonrisa, supongo que cruzó los dedos, y se fue. Marnie llevaba una bolsa que no soltó en ningún momento. Le dijo a la otra chica que buscara en una cómoda de un cuarto y, cuando acabó, que viniera a ayudarle al dormitorio y buscara en la cómoda que le quedaba a ella sin mirar. Nada más abrir el segundo cajón allí estaba el dichoso chaleco. Marnie le dijo  de buen rollo a la otra que que despistada, que como no lo había visto antes y luego se fue.
Al rato llegó mi mujer a ver que había pasado. La chica le contó como había ido todo y que el chaleco venía recien lavado, deformado por el pecho y oliendo a un perfume horrible que ella no había visto que mi mujer  usase, por lo que lo había puesto para lavar a ver si se le iba el olor.

Cuando se probó el chaleco le iba a dar algo; las dos o tres tallas más de pecho de Marnie lo habían deformado y olía que echaba para atrás. No se pudo contener, la llamó de segundas y le dijo de todo. La otra no decía ni mú. Para terminar le dijo que quería all, al día siguiente, todo lo que se había llevado de casa o le mandaba a la Policía. No sabía si faltaba algo más pero sospechaba que quien coge eso, coge más cosas.
Al día siguiente mi mujer se levantó más tarde de lo habitual porque no tenía que ir al Juzgado hasta última hora, por lo que apuró un poco más en la cama y se estaba arreglando más relajadamente.
En aquella época la puerta de arriba de casa estaba siempre abierta, cosa que solo los conocidos sabían. A una hora en la que Procu ya solía haberse ido, oyó la voz de Marnie llamando a la otra chica. Ella estaba en el cuarto de baño y sabía que la chica estaba en la azotea, por lo que no podía oirla. Marnie, sin que se le contestara entró. Procu se quedó, sin hacer ruido, en el cuarto de baño que está junto al vestidor y la oyó entrar en éste. La sorpresa que se llevó Marnie cuando estaba con un cajón abierto del ropero de Procu y la oyó hablándole por detras fue de infarto:
- ¿ A traer lo que me has robado o a llevarte más? ¿ Cómo tienes la poca vergüenza de abrir mis cajones?
A partir de aquí le dijo todo lo que quiso y más. Ella aguantó el chaparrón con la cabeza baja y quizá alguna lagrimilla. Había traido varios pares de medias y unas bragas. Cuando se fue, Procu las tiró. No eran medias de seda ni nada especial, era absurdo robarlas.
Como cambiábamos tanto de muchachas a veces olvidaba los nombres. Poco después me la crucé por la calle y cambió de acera roja como un tomate, Cuando llegué a casa le dije a  Procu - " me he cruzado con Marnie, la ladrona" -, nos hizo gracia y Marnie se le quedó.
Hoy, pasados los años, creo que está casada y con una niña pequeña. Tiene la mala suerte de necesitar algo para la chiquilla cada vez que estoy de guardia. Y digo mala suerte porque, o bien necesita un medicamento para la chica cada seis días y coincide con mis guardias, o lo que sería peor, ésta necesita tantas veces medicinas que no es solo en mis guardias, sino algo continuo. Espero que no sea esto último.
Cuando viene a la botica tiene que hablarme, pero dice lo estrictamente necesario, paga su cuenta sin mirarme en ningún momento a los ojos, y se va.
Pero luego, por la calle ya os digo, ni me mira. Supongo que se le hace difícil porque le recuerdo un episodio de su vida del que se avergüenza. Si es que tiene vergüenza..... y memoria.

lunes, 24 de mayo de 2010

La Babosiada (una reflexión desde el otro lado).

A todos los habitantes de la zona; Ahora que hibernamos es momento de oir las historias de aquellos que, por vicisitudes de la vida, han tenido acceso a conocimientos que ni siquiera podeís imaginar. Escuchad a la babosa que sobrevivió a un encuentro con un humano.
Una anciana babosa se adelantó un poco y elevó la voz para ser oido por cuantos estaban enterrados en las proximidades: 
" Ahora ya soy anciano, tengo más edad de la que sé contar, pero lo recuerdo como si acabara de suceder. Era entonces joven y fuerte, no temía a nada ni a nadie, había eludido todo encuentro peligroso con los pájaros y osé adentrarme en las montañas donde habitan los Humanos. Estan llenas de cuevas inmensas que se comunican unas con otras, todas diferentes. Cada una la usan para cosas distintas. En las cuevas de los hombres no llueve nunca salvo en una, que lo hace cuando ellos quieren, En ella me encontraba cuando el humano entró; primero oí sus pasos acercarse retumbando, porque ellos no intentan pasar desapercibidos. Al entrar sé que me vio, adoptó una extraña postura apoyando toda la parte trasera de su cuerpo en una especie de piedra blanca que encajaba perfectamente con dicha posición. Me miraba fijamente y se quedó inmóvil. Yo seguí mi camino como si no lo hubiese visto o me fuera indiferente su presencia. Estaba en sus manos, podía hacer conmigo cuanto quisiera, por lo que no tenía sentido cambiar mi actitud.
Salió de la cueva y volvió al rato con algo parecido a un suelo portátil, era algo plano, fino y flexible que se adaptaba perfectamente al suelo de la cueva. Era de un color naranja, brillante y llamativo, totalmente distinto del blanco del resto del suelo y lo colocó algo por delante de mi, en la zona que mi trayectoria marcaba. El humano no debía ser muy listo si esperaba que yo no notase la diferencia. Pero era inútil intentar esquivarlo, si quería él podía capturarme o matarme al instante por lo que seguí mi camino como si no hubiese notado nada.
Cuando estaba en el suelo movible, él volvió a cogerlo y lo elevó por los aires. Me llevó a increíble velocidad por incontables cuevas, inmensas y diferentes. Yo disfrutaba con el vuelo, me sentía como uno de esos pájaros que matan a tantos de los nuestros. Iba tan rápido que apenas distinguía los detalles, levantaba la cabeza para ver lo más posible.Solo las cuevas de un humano son mucho mayores de lo que creía que era el mundo.Al fin llegamos a una llena de enormes artilugios en uno de los cuales había un extraño fuego sin llamas. Cogió  un artefacto transparente de forma aproximadamente cilíndrica y de gran tamaño como seis o siete veces nuestra medida y me introdujo en él. Sus paredes eran deslizantes y por todas partes, pero sobre todo al final, estaba lleno de un alimento suave y rojo que nunca había visto. De sabor y color parecido al tomate, estaba delicioso, era muy nutritivo y fácil de digerir. Un alimento de Dioses. Me llevó volando y, tras un brusco descenso, se hizo de pronto de noche. Los humanos tambien modifican a voluntad los ciclos de luz, tienen noche o día a su antojo. Me hallaba ahora en otra cueva mucho menor, de paredes lisas y negras junto con muchas otras cosas. Al poco algo cayó encima de mi nave y ya apenas pude ver nada. No sé cuanto tiempo pasó, me había dormido cuando sentí que la cueva salía volando, estaba a oscuras y sentí  que caía con gran ruido en otro sitio. Más tarde sentí como una mezcla de terremoto y truenos  que zarandeaba la cueva negra, conmigo dentro, a velocidades de vértigo, mucho mayores que las del humano. Creí que iba a morir, todo se movía. El terremoto duro horas, el único que no he presentido en mi vida, tan largo y sin ninguno de los fenómenos que nos los anuncian. Puede que los Hombres, igual que la lluvia, el fuego o la luz, tambien puedan dominar los terremotos. Parece increible, pero no encuentro otra explicación. Pensareis que este viejo se ha vuelto loco, pero os cuento la verdad aunque no podáis creerlo.
Al final mi nave se rompió, aunque mucho antes yo ya había perdido el sentido. Me desperté y estaba dentro de la destrozada nave, con el alimento divino desparramándose al exterior. Comí algo y salí a ver donde estaba. Había incontables cuevas negras destrozadas iguales a la que me trajo  hasta aquí.Vi montañas enormes de comida , la mayor cantidad que he visto en mi vida ,descomponiéndose al sol. Hacía muchísimo calor .Tenía que salir de allí o moriría en breve. Por suerte al rato pude escapar de aquel infierno de maravillosos alimentos y calor insoportable y llegué sin mirar atras hasta esta zona, totalmente diferente del sitio donde me crié. Aquí me acogisteis y aquí vivo.
El mundo es mucho más grande de lo que podéis imaginar. Yo, que he recorrido por la acción humana lo que sería imposible aun viviendo mil vidas, pienso que todo eso es solo una mínima parte del mismo. No puedo demostrarlo, nada apoya ese pensamiento; salvo que nunca nadie ha visto el final, pero estoy totalmente convencido.
Nuestra especie odia a los Humanos porque envenenan nuestros territorios y nos masacran. Al menos eso dicen las leyendas y los pocos supervivientes que nos han contado sus padecimientos en aquellas zonas aniquiladas. Yo tuve más suerte; mi encuentro con el Hombre fue diferente. Me trató con cuidado, me dió de comer y  me proporcionó un artefacto con el que pude hacer el mayor viaje que ninguna babosa, que yo sepa, haya hecho jamás."

Como veréis, todo encuentro tiene dos versiones, y no siempre son coincidentes. En ellas normalmente el torpe siempre es el otro. No solo va a haber epopeyas entre  los humanos. Tambien los animales pueden tener sus héroes.

T.

Este fin de semana comenzó con el peor de los principios. A los veinte años ha muerto la hija de un amigo íntimo. Sabíamos de la gravedad y que el final estaba cercano. A pesar de ello cuando llega el momento, te golpea con toda su fuerza y siempre te coge de improviso. Aun sabiendo que era cuestión de días te sorprende y desconcierta. ¿Por qué?. Era un ser alegre; divertida y vital,  no sé si más hermosa por dentro o por fuera. Recuerdo su imagen de hace algunos años, siendo una niña (aún lo era) delgada y alegre, en la playa divirtiéndose con sus amigos, siempre con una preciosa sonrisa en la boca. Era la alegría de la calle. Los Morancos ya no serán lo mismo.
La vimos despues, ya hinchada por los tratamientos pero seguía estando guapísima y alegre. Era ella la que nos animaba a todos. Organizó la fiesta de cumpleaños para su hermana, y disfrazó a toda la familia, aquel día estaba exultante: disfrutó con ver a todos vestidos con los trajes más variopintos. Preparó trajes hasta para la homenajeada pues la fiesta era sorpresa e implicó a toda la calle para adornarla. Su hermana se quedó de piedra, tardó en reaccionar porque aquello era increible... y ya estaba bastante mal. Luego empeoró y hubo que ingresarla. Seguía en contacto con la gente por  las redes sociales. 
Cuando la villa se inundó, envió un mensaje a  Colorao por facebook preguntando como estábamos. El tono era alegre o mejor animoso, porque sabía que no nos había pasado nada, pero al ver en la tele la villa pensó en nosotros. Mi hijo, sabedor de lo mal que estaba, no sabía en que términos contestarle. Le dije que si su tono era alegre que lo hiciese en ese mismo, que no había que añadirle penas (bastantes tenía con las que estaba pasando). Siempre fue cariñosa con todo el mundo y no dejó de serlo ni en el último instante.
Se que ha sufrido, que lo ha llevado con un valor y una madurez impropia de su edad, que era la más fuerte, todos echos polvo y ella dando ánimos. Deja un vacío imposible de llenar. 
No pongo nombres porque en el blog nunca lo hago  (o son falsos), pero los que la conocíais sabeis quien era. A los demás puedo aseguraros que se nos ha ido un ser excepcional, alguien que merecía y mucho la pena. Alguien con una alegría de vivir que contagiaba, y que no merecía ese final. A sus padres, hermanas y familia que deciros que no sepais ya: nada puede suplir su falta, pero la vida sigue y hay en la casa pequeños en los que volcarse para no morirse de la angustia. Y a ti, la alegría de cuantos te tenían a su lado, donde quiera que estés, un beso. Sigue siendo allí igual de maravillosa que fuiste aquí en el poco tiempo que pudimos disfrutarte. Si puedes, envíales a tus padres esa sonrisa tuya que les alegre siquiera un momento, no compensará tu falta, pero la necesitan para poder seguir adelante.

sábado, 22 de mayo de 2010

La babosa.

Esta mañana cuando entré en el cuarto de baño para ducharme,  por todo el centro del mismo marchaba lenta y majestuosamente una babosa. Si, eso que parece un caracol divorciado al que el juez le ha quitado la casa. Era de color parduzco, entre marrón y gris oscuro, y en medio de mis losetas inmaculadamente blancas de 40X40 cantaba más que Plácido Domingo.
 Me senté sobre la tapa del váter y me puse a mirarla. Lo primero que pensé es que no era muy espabilada en el arte del camuflaje, y que no creía que confiase en su velocidad para eludir los peligros, pues tardó unos diez minutos en atravesar los cuarenta centímetros de la loseta en que se encontraba cuando llegué. Despues se me vino a la cabeza que si la ve la Procu le da algo, así que había que hacerla desparecer. Lo malo es que me cuesta liquidar bichitos indefensos (excepto moscas y mosquitos) y este no parecía muy agresivo. Las alternativas que barajaba ninguna me satisfacía totalmente: tirarla por el balcón era un poco fuerte, dejarla en el patio o por  fuera de los balcones como hago con las lagartijas era aplazar el problema, no solucionarlo y si la soltaba en la calle no duraba ni un segundo víctima de coches o de pájaros. Convencido trás estos pensamiento que la condena era a muerte, pero apiadándome de ella he resuelto que no seré quien la mate, pero de aquí se va.
He cogido una carpeta de plástico y la he puesto en el suelo  justo en su camino para que se subiera a ella. Como era naranja fosforescente en medio de un suelo blanco cantaba tanto como la babosa, lo que me ha confirmado que el animalito o es medio tonto o de un confiado que te lo flipas. No sé como ha podido llegar a ese tamaño (mide sus buenos cinco centímetros) y edad tomando tan poquísimas precauciones. Cuando ya estaba totalmente dentro de la carpeta, lo que ha tardado un buen rato (incluso para ganar tiempo mientras me he preparado mi té del desayuno), levanté la carpeta y me la llevé a la cocina. Por el camino empezó a levantar la cabeza como oliéndose que algo no iba bien. Si hay leyendas en el mundo de las babosas, a ésta le parecería que iba en una alfombra voladora. Lo malo es que no era ella quien la controlaba. En la cocina como no estaba dispuesto a matarla, aunque no me importa que se muera, he encontrado la solución, la he metido en un bote de cristal de tomate frito que estaba para tirar a la basura y aún tenía un buen culillo. No sé si a las babosas les gusta el tomate frito, pero los caracoles con tomate están buenos así que a lo mejor hasta se cree que la he puesto en un vergel con grandes cantidades de alimento a su disposición. He cerrado el bote y a la basura.
No se cuanto vive una babosa, ni cuanta comida y aire necesita a día, pero espero que le cunda y dure bastante, desde luego con su descuido me parece que poco más iba a durar, por lo que espero con esto, haberle alargado la vida y hacérsela más placentera.... Y sobre todo espero que le guste el tomate frito.

martes, 18 de mayo de 2010

Los dioses de las pequeñas cosas

A menudo me pasa lo contrario que al caballo del picador: haciendo cualquier actividad, fijo mi atención en la periferia de las cosas. Adquieren entonces importancia personajes secundarios del evento, materias que solo componían parte del armazón y no el sustrato del asunto.
Ayer terminé de leer una novela con bastante carga de realidad histórica sobre los últimos años de la vida de Escipión "el Africano" y también, aunque de forma más somera, de los de Aníbal.Cada personaje que aparece le reza a sus propios dioses: algunos solo a uno, otros a varios y alguno reza incluso a dioses que no son los suyos.
Y me doy cuenta de que acostumbrados a un mundo básicamente monoteísta, no pensamos en que, en un tiempo  pasado, la mayoria de las culturas eran politeístas. La cultura de la que hoy nos vanagloriamos procede precisamente de algunas de ellas. Las Grecia y Roma de las que hemos tomado los conceptos  fundamentales para  el Derecho, la Ciencia, la Filosofía, la Literatura y casi todos los aspectos de nuestra cultura eran politeístas. La religión es casi el único matiz en la cultura que no hemos tomado de los griegos, y que afectó a los romanos solo al final de su apogeo y más próximo a su caída como tal imperio.
¿ Como se impone esa religión de un solo Dios en un mundo politeísta? Esa religión que procede además de un pueblo sin importancia, los judíos, y que aparece como minoritaria y minúscula en Roma, pero que poco a poco se va extendiendo hasta convertirse en un problema primero y posteriormente en la religión oficial.
En materia de creencias en  religión se puede ser de todo: Si, no y ni si ni no.Solo en las votaciones se permiten más posibilidades. Claro que si tenemos en cuenta la cantidad de tipos de religiones entonces la variedad es casi infinita. Así se puede no creer en Dios en absoluto, no saber si se cree o no, o mejor no saber si existe Dios o no, creer en un Dios Todopoderoso o creer en muchos Dioses.
La gran ventaja de una Religión politeísta es que hay un Dios para cada cosa. Así no hay que estar importunando siempre al mismo para las diferentes cuestiones. Suelen ser además  mucho más condescendientes con otras Religiones y otros Dioses; si crees que hay cien dioses es más fácil admitir que haya cientouno. Lo que no entienden es que se tenga a un solo Dios; no ven claro ni sus posiilidades ni su utilidad. Sus dioses no lo pueden todo, su gobierno está compartimentado para que no haya o se de menos el "abuso divino". Sus dioses son más humanos, con sus defectos y pasiones, sus luchas por el poder. A veces  nos amargan,  pero sus disputas limitan sus poderes y dan algo de libertad a los pobres humanos.
Otra maravillosa ventaja del politeismo es que hay dioses de todo tipo: Importantes de gran fuerza, otros colaboradores de los más poderosos y tambien pequeños y divertidos que rigen facetas menores en la vida de los humanos. Existen en algunas religiones dioses para las pequeñas cosas,  como un dios de los atardeceres hermosos (¿habrá algo más bonito a lo que pueda dedicarse un dios?).
Nosotros los monoteístas, recurrimos a los santos para que actuen de mediadores como sustitutos de esos dioses menores. Así cada uno se ha especializado en un sector:  San Antonio para novios, San Pancracio para el trabajo, San Cristóbal para los conductores, etc.
Yo, que me debato entre el si y el psché en materia religiosa y que por educación soy monoteísta, no dejo de sentir cierto encanto por esas grandiosas y olvidadas religiones politeístas, y no puedo dejar de  creer que sería maravilloso tener un dios que se dedicara a hacer hermosos atardeceres.

sábado, 15 de mayo de 2010

Cachivaches del soberao: el día más surrealista

Mi hermano mayor goza (o gozaba) del dudoso honor de tener una curva con su nombre. Pero no una curva en un circuito como los grandes campeones de motos y coches no, sino en la carretera de A. a M. La razón de esa tan poco frecuente circunstancia se debe a que en la susodicha curva se había salido cuatro o cinco veces. Si; por extraño que parezca, en un trayecto de poco más de tres Km., que hacía más de una vez al día durante las vacaciones, mi hermano, se había salido, volcado, reventado rueda y no se cuantos percances más siempre en el mismo sitio. No sé si algunas de esas veces era de madrugada, después de una juerga hasta las tantonas y con alguna copita de más, pero el día que volcó conmigo dentro eran las diez de la mañana y no había bebido nada. Fue el día más surrealista de los muchos que he tenido en mi vida.
Era el día de la boda de mi hermana C., y todos estábamos algo nerviosos. Había que recoger del campo a M., mi hermano menor que yo, y fuimos P.(mi hermano mayor), R. mi hermana más pequeña y yo. Ibamos ya arreglados y un poco tarde. Al llegar a la fatídica curva volcamos, solo me dió tiempo a girarme hacía atras (iba en el asiento del copiloto) para intentar agarrar a la pequeña. Solo tengo el recuerdo del asfalto por la ventanilla desplazandose al lado de mi cara. Afortunadamente no nos pasó nada a ninguno, salvo el susto y pequeños golpes que solo horas después dieron la cara. Pero el coche no lo pudimos levantar y estaba totalmente echo polvo. Dejamos el coche volcado junto a la carretera y nos fuimos andando hasta el chalé para recoger a M. ya que estabamos muy cerca. Como no teníamos otro coche nos volvimos al pueblo los cuatro muy arreglados haciendo auto-stop. Como aquella carretera tiene poco tráfico y casi todo de tractores para las fincas de la zona, nos paró uno que nos dejó junto a la Iglesia.
Mi hermana y su entonces novio, ateos totales, eran militantes en la clandestinidad del PC (entonces ilegal), y se casaban por la Iglesia para no dar un disgusto a mis muy católicos padres. La familia de mi madre era muy distinguida en el pueblo y mi padre muy querido por sus buenas obras, por lo que todo el  mundo acudió para ver la boda. Lo que los novios no consintieron fue en casarse con la vestimenta típica de dicho evento, por lo que mi hermana llevaba un vestido un poco por encima de la rodilla,de color clarito pero no blanco y con tirantas, mi entonces futuro cuñado una camisa de popelin blanca con cuadritos celestes y un pantalón beige. Ambos entraron juntos en la iglesia mientras la gente flipaba, eso no se había visto nunca en el pueblo. Todos los hermanos del novio y la novia, amén de los invitados (la familia estricta), iban bastante más arreglados que los contayentes. Ella consintió en llevar un ramo pero lo hizo con las rosas del rosal del chalé y las cogió un rato antes de la boda.
Y en estas aparecemos los cuatro hermanos de la novia tarde, montados en un tractor, con una cara de susto y los pelos de punta. Mis padres los pobres ya se habían preparado para lo que viniese pero aquello los estaba superando. Ni en sus peores sueños podían imaginar esa boda para su hija. Tras la ceremonia nos fuimos al casino del pueblo a tomarnos una copa con los amigos más íntimos. Allí nos encontramos con el cirujano que me había operado de apendicitis unos meses antes, que era del pueblo y compañero en el hospital de mi hermana. Charlando de cosas del trabajo dijo con la mayor naturalidad del mundo que durante mi intervención yo tuve una parada cardiorespiratoria que por poco no me deja listo. Eso era algo que mi hermana nos había ocultado porque mi madre ya padecía del corazón y temieron que la noticia le perjudicara. Como podéis imaginar al conocerla de sopetón y un día de tan intensas emociones por poco le da un infarto. Así que ese día tuve mi primer accidente, me enteré de que casi palmo en mi operación y a mi madre casi le da un infarto. Bueno.... y se casó mi hermana.
La verdad cuanto más se distancia del tiempo en que lo fue/será, más increible nos parece. Hoy esa boda sería casi conservadora, pero en aquel momento, aquello dió que hablar en el pueblo,todos estaban allí para verlo porque no podían creerlo.Las mujeres mayores se persignaban al verlo ¡Por Dios, y en esa familia tan cristiana! Recuerdo ese comentario entre dos viejecitas, supongo que habría muchos de los de "no sé adonde vamos a parar". Hoy día la parada está mucho más allá de lo que esas señoras podían imaginarse.
Lo más curioso del caso es que el recuerdo que tengo de ese día es....  que me lo pasé bien.

viernes, 14 de mayo de 2010

Los primeros visos de recuperación.

Como sabéis cuantos pasáis por estas páginas, procedo del mundo científico. En él esperaba encontrar siempre el método y la explicación para dar sentido a las cosas. Con la edad se me han vuelto más flexibles las ideas y ya no soy tan ortodoxo como antes. Me ocurre como al maduro jefe del CSI de Matarrubillas del Monte, que después de recibir todos los informes de ADN y periciales microscópicas de la escena del crimen, halló al muerto viendo donde se posaban los buitres.
 Con la economía me pasa lo mismo. Dejo las labores de análisis y conclusiones a los sesudos economistas que trataran de explicar por qué pasó lo que pasó o por qué no pasó lo que decían que iba a pasar. Tambien les dejo la ingrata tarea de vaticinar sobre el futuro y la forma de incidir en éste para que todo nos vaya mejor. Doctores tiene la Iglesia, o lo que viene a ser lo mismo, la economía, por lo que no seré yo quien asuma ese papel. Pero eso no quita para que tenga mi propia opinión y expectativa de las cosas, apoyándome en el sentido común y en la experiencia. Ayer me convencí que la recuperación puede estar empezando. Y no por los ajustes de Zapatero: la congelación de pensiones, la bajada del sueldo de funcionarios y otras medidas que dijo se han de tomar para poder salir adelante, no; eso no sé si será la panacea o el chocolate del loro. No, como el maravilloso poli  de antes, yo también busco los buitres. Ayer por primera vez, tras mucho tiempo sin aparecer por la tele, volví a ver el famoso y antaño mil veces repetido cada día anuncio de " Marina D´or, ciudad de vacaciones". 
Si los buitres financieros empiezan a sobrevolar nuestras cuentas, es que creen que en ellas  hay "chicha" para zampársela. Y eso solo puede significar que podemos estar empezando a ver la luz al final del tunel. 

jueves, 13 de mayo de 2010

espero que no me hayais echado de menos.

A los que, aún no se por qué, os obstinais en seguir pasando por estas páginas que hace tiempo no dicen nada, gracias. Hace unos días decidí dejar pasar más tiempo que nunca sin escribir ni pasar siquiera por el blog, ahora que estoy de guardia lo he abierto y veo que, a pesar de los días sin escribir, aun hay gente que a diario se asoma por aquí a ver si hay algo nuevo.
Casi a diario el blog de alguien muy cercano y querido se empeña en recordarme que somos  dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Sin embargo, muchos de nosotros cada día o con cierta periodicidad, lanzamos al mundo nuestras ideas en estos papeles virtuales que exponemos a quien los quiera leer. ¿qué nos impulsa a hacerlo?. Hay quien lo usa como terapia o descarga, quien quiere que la gente sepa lo que piensa. Creo que hay tantos motivos como blogs. Yo empecé como una forma de ejercitar la escritura que se me estaba anquilosando de no practicarla. Por eso, a diario me ponía hasta que pergeñaba un texto con cierta coherencia y aquí lo colgaba a la vista de todos. En las conversaciones normalmente callo y escucho a los demás bastante más que lo que me hago oir, pero en el blog tenía un ritmo frenético. Y me pregunto si tiene sentido. Pienso que lanzamos ideas por pura vanidad, porque pensamos que somos originales y que podemos aportar algo a los demás. Presunción pura y dura. Puede que incluso no queramos reconocerlo pero es puro ego. Incluso sin que notemos realmente que es así. Es lo que tiene la vanidad, cuando entra en nuestra casa (y pocos tiene la puerta cerrada para tan halagante visita) nos engaña, nos adula y nos hace creer que lo que no es mas que presunción nos parezca originalidad y justicia. 
Aun así, y reconociendo que escribimos buscando el reconocimiento ajeno, es agradable comprobar que algunos continuais pasando por aqui por si este pesado ha escrito algo. La vanidad es un defecto pero no hay quien se libre de ella.              

martes, 4 de mayo de 2010

La parábola del diabético.

¡Qué difícil se nos hace ponernos en la piel del otro!. Con frecuencia creemos haber considerado todos los aspectos de una cuestión cuando solo hemos mirado los que se ven desde este lado de las cosas, pero enfrente hay otros puntos de vista que nosotros ni siquiera intuimos. Ando aún a vueltas con el tema del velo, aunque mas bien por la vertiente de las imposiciones religiosas. He tratado de este tema en mis últimas entradas así como con gente de mi entorno. Aquellos que son agnósticos o no creyentes no dan gran importancia  a la obsesión por que los hijos mantengan la fe e los padres. Yo, aún no siendo muy creyente discrepo.
Los Cuentos, la Magia y la Religión comparten muchos factores comunes; tienen un gran componente de ilusión, una sobrenaturalidad, una parafernalia.... Tambien comparten la preponderancia de las formas, una cierta ritualidad, Un esquema fijo e inmutable para cada una de ellas. El "Erase una vez...", el "abracadabra" o " en quel tiempo dijo Jesús a sus discípulos", son encabezamientos o componentes fundamentales que ya nos predisponen a lo sobrenatural, a lo imaginativo.
Quien cree firmemente en Dios, sea cual sea éste, solo puede querer que su hijo tambien crea, pues en ello le va la salvación, y para él no hay nada más importante que su hijo se salve. Yo no soy así, pero entiendo esta postura perfectamente y la veo lógica. Desde su punto de vista, y hay que ponerse en la piel del otro para juzgarlo, todas aquellas presiones que pueda ejercer para que su hijo se mantenga en su fe se dan por bien empleadas si consiguen su objetivo, si se convierte en un buen creyente y, por tanto, segun su creencia consigue salvarse. 
"Había una vez un matrimonio que tuvo un hijo lo que los hizo plenamente felices. Era la razón de sus vidas. Lo amaban más que a si mismos. En una revisión rutinaria le detectaron un tipo de diabetes infantil bastante peligrosa; debían cuidar de forma muy precisa sus niveles de azúcar, pues tan grave era el exceso como el defecto y las consecuencias podían ser muy graves, tal vez incluso mortales. Esos padres aprendieron cuanto se podía saber sobre ese mal y estudiaron con detenimiento el plan de comda que debía llevar el niño para evitarle problemas. La dieta debía ser estricta porque el margen en el que los niveles de glucosa en sangre podían moverse era muy estrecho. Hicieron cuanto pudieron para hacerle variada y agradable una dieta que por ser tan estricta no era lo más apetecible para un niño. A media que éste crecía los problemas aumentaban; no lo dejaban ir a los cumpleaños de sus amiguitos pues no podía tomar las cosas que allí se le iban a ofrecer. Nunca le daban chucherías porque no las podía tomar. El niño que veía a sus amigos  tomar cosas que a él le negaban, y que le contaban  lo divertidos que eran los cumpleaños, en  su ignorancia culpaba a sus padres de no quererlo, de déspotas que no lo dejaban divertirse. No entendía porque eran tan duros con él, pensaba que era un castigo y no entendía por qué, él era bueno, pero aun así lo maltrataban negándole cuanto él deseaba. Empezó a odiarlos, pero aún así, por salvarlo, ellos siguieron con su forma de comportarse aunque veían que perdían su cariño. Ya no podían abrazarlo, apenas les dirigía la palabra y los odiaba por considerarlos maltratadores. Ellos callaban y lo sufrían, pero no dejaban de cuidar su dieta, de vigilar que no tomase nada que pudiera dañarlo. La vida del niño estaba por encima de su felicidad y su amor, por encima de su desprecio".
Cuando nos jugamos la vida, la libertad puede pasar a un segundo plano, y la dureza de la vida puede estar justificada por la consecución de un fin mayor. Un padre, aunque sea duro, hará lo que tenga que hacer para salvar la vida de su hijo, aunque eso le cueste su cariño.
Si eso es así para la vida terrenal, que al fin y al cabo siempre tiene un final, que no hará un padre que crea en la vida eterna para conseguir que su hijo la alcance. Por eso miro con respeto y comprensión las presiones y limitaciones que los padres creyentes imponen a sus hijos para que éstos mantengan su fe. No las comparto ni las practico, pero las entiendo. Para ello solo tengo que pensar en el niño diabético  y en lo que yo llegaría a hacer, aunque me pesara a mi y a él, para que sobreviviera.

domingo, 2 de mayo de 2010

Sobre la misa y la libertad.

Como creo que dejé claro ayer, estoy en contra de la imposición del velo a las niñas. Desearía que en ellas el llevarlo o no fuese una cuestión puramente personal y elegida desde la libertad. Pero lo que realmente me preocupa es si la actitud de nuestra sociedad no tiene ciertas (grandes) dosis de hipocresía.
Hablemos claro; a mi de pequeño mis padres me obligaban a ir a misa los domingos hasta que tuve cierta edad que impuse mi criterio y se me respetó. Aún entonces  intentaba eludir ese tema con ellos pues era algo espinoso. En todas las religiones que conozco los padres creyentes obligan a sus hijos a las prácticas religiosas que estiman pertinentes o aquellas que se han preceptuado como obligatorias en dicha religión. Con ello persiguen un fin que creen importante: que sus hijos tengan su misma fe. Esto que constituye en nuestra sociedad una práctica habitual (al menos eso creo) no veo que se critique por ninguna parte, pero.... ponerle a una niña el velo es una violación de la libertad. Para mi la imposición del velo y la de ir a misa son exactamente lo mismo; una imposición parental por una cuestión cultural, pues la relgión es una señal de identidad cultural como la que más, que trata que los hijos perpetuen esa identidad. 
Por supuesto que creo que los padres que obligan a los niños a ir a misa lo hacen pensando que es lo mejor para ellos, faltaría más. Mis padres siempre pretendieron lo mejor para mí. Si estaban equivocados o no ya es otra cuestión. Tampoco eso puedo asegurarlo. Lo que me lleva a pensar lo mismo de los padres creyentes de otras religiones; supongo que sus imposiciones tienen el mismo buen propósito que las de los nuestros. Me parece una hipocresía total criticar una actitud y no la otra: o todos o ninguno, y eso no lo veo por ningún lado. Es dificil determinar hasta que punto esas imposiciones son aceptables: hasta que edad y hasta que nivel son admisibles. Pero lo que es indudable es  que se deben mirar con la misma perspectiva y criterio en todas las religiones. La nuestra en ese sentido, no creo que deba ser privilegiada. Por eso decía ayer que si queremos una sociedad laíca en las escuelas o en cualquier ámbito público, debemos evitar los símbolos de cualquiera de las religiones. Pero si queremos darnos una sociedad en libertad, debemos permitir que cada uno porte individualmente aquellos con los que se sienta identificado. La tolerancia debe ser el criterio a seguir, igual para todos y  con amplitud de miras.
Una última reflexión: si llevar cubierta la cabeza parece un signo de mala  educación, me hago una pregunta que ya insinué ayer. ¿ Se obligaría a una monja a quitarse el tocado? ¿ Se la expulsaría del centro si se negase a hacerlo? Y, lo que me parece más preocupante ¿ Sería la actitud de nuestra sociedad, y la nuestra propia,  igual que la que se ha producido por el velo de las niñas musulmanas?
No debemos excusarnos en que en otras culturas son mucho menos permisivos. Si queremos ser libres debemos permitir la libertad y no mirar a donde no dejan serlo.  Creo tener las respuestas a esas preguntas, y precisamente eso es lo que menos me gusta.

sábado, 1 de mayo de 2010

Sobre el velo y la libertad.

Llevo varios días sin escribir nada (mi hija acaba de recordármelo) porque me estaba pensando lo que quería decir (y como decirlo). Sabía que iba a hablar sobre el controvertido asunto del velo en los colegios madrileños que ha sido recientemente noticia algunos días en todos los telediarios. Y el motivo de tanto pensármelo es que, como tantas veces en mi vida, ante las cosas que pasan tengo el "corazón partío".
Parto de la base de mi desconocimiento sobre la cuestión de si es o no un símbolo religioso (desde el mismo colectivo musulmán he oido versiones contrarias). Tampoco sé si la cuestión de ponerse el velo es algo impuesto o un acto voluntario, ni creo que tenga importancia para valorar el hecho. Porque lo que a mi me preocupa no son los problemas de una Religión que no es la mía sino los de una sociedad que sí lo es.
Si lo que se pretende es hacer una escuela laica sin símbolos religiosos me parece bien que no haya ninguno en las aulas, pero no creo que deban prohibirse los personales, no concibo que impidan que nadie lleve una cruz en el cuello. Si es una cuestión de educación lo de no llevar cubierta la cabeza, tengo mis dudas si se haría destocar a una monja que acudiera a las clases. Si queremos dar la impresión de ser una sociedad tolerante no debíamos olvidar esto: Aquellas actitudes que no violenten claramente nuestros conceptos de educación deben ser permitidas. No es más educado quien mantiene a rajatabla sus opiniones sobre educación, sino quien es más permisivo  con las costumbres de otras comunidades. Aunque parezca de Perogrullo, con frecuencia se olvida que para pedir a los demás educación hay que ser educado, y eso incluye aquello que es educado para otras culturas.
Es difícil el tema: prohibir cubrirse la cabeza para evitar las gorras con las viseras hacia atrás en las aulas u otras etiquetas de bandas callejeras parece lo lógico, pero de eso al velo de las musulmanas o el de las monjas cristianas media un abismo. Las democracias deben presumir más de permisivas que de estrictas. Si algo debe guiarnos debe ser el principio de respetar la libertad, sobre todo de aquello que no afecta a los demás. Quizás sería mejor pecar de permisivo que de coartar las opciones personales de los ciudadanos.
La posición del consejo escolar del centro al que supuestamente iban a enviar a la niña cambiando las normas internas para excluirla me parece bochornosa. Si se duda de su libertad con respecto a la imposición familiar sobre su atuendo es otra cuestión. Debemos primero tratar que nuestra sociedad haga lo correcto y luego  proporcionar la libertad a la niña para vestirse como quiera y no como se le imponga ni  por su familia ni por nuestra sociedad. La posibilidad de facilitar la libertad de la niña dentro del ámbito doméstico se me antoja muy dificil de conseguir; no se me  ocurre como la sociedad puede actuar a ese nivel. Solo si ella quisiera libremente salir de ese entorno por considerarlo opresivo si podríamos facilitarle una vida lejos de ese ambiente en el que no se sintiera libre.
La base de una democracia es ser garantista con los derechos de las personas. En la justicia se dice que más vale un culpable en la calle que un inocente en la cárcel. Siguiendo esta filosofía es mejor permitir una actitud dudosa, que prohibir una que solo representase una posición de libertad sin hacer daño a nadie.
Mi posición, con dudas por la complejidad del tema, es que es mejor pasarse de permisivos que de estrictos. Debemos dejar a cada uno ser fiel a sus identidades culturales, con la máxima tolerancia posible, al tiempo que tratar de que nuestra libertad sirva de modelo para aquellos que proceden de otras culturas. Quisiera que pudieramos dar clases de tolerancia y libertad y que poco a poco esas clases fueran calando en los demás, para que las niñas musulmanas (o de cualquier otra comunidad distinta de la nuestra) pudieran elegir con libertad si ponerse o no el velo o lo que les apetezca. Así, ir asimilando en la nuestra a los miembros de otras culturas, porque ellos asimilen nuestra idea de vivir en libertad.