miércoles, 2 de junio de 2010

Ramón

La Naturaleza no fue muy generosa con Ramón. Con una inteligencia bastante limitada, el cuerpo algo contrahecho y escasa visión. A pesar de todo a menudo se le ve feliz. La gente siempre se ha reído de él. En el casino le hacen contar mil veces cosas de su mili. En su disparatada cabeza hay historias donde aconseja a un general en una batalla, le enseña a manejar un barco, arregla submarinos y no se cuantas fantasías más de ese calibre. Está convencido que son ciertas todas y cada una de ellas, y la gente se parte de risa oyéndolo contarlas. Él no se da cuenta de la burla y una y otra vez cuenta sus historias creyendo que lo admiran. Le hacen repetir mil veces algún trozo como si fueran ellos los que no se enteraran; no se cansa, repite una y otra vez disculpando la "torpeza" ajena.
Se pasa las horas yendo a los negocios de sus amigos y charlando un rato, al poco, alegando no se qué asunto pendiente se va a buscar a otro amigo para charlar un rato. Por la botica pasaba de vez en cuando y charlaba mucho con el mancebo. Durante un tiempo vino casi a diario, ahora ha espaciado algo sus visitas. 
Hace algún tiempo venía por cuestiones laborales a la farmacia con cierta frecuencia María. Madurita y tímida pasaba por las boticas haciendo su trabajo. Supongo que Ramón la vió en sus múltiples visitas a las distintas farmacias ya que somos un sector al que frecuenta. Cuando le asignaron más zona, María dejó de venir a las boticas y hacía las gestiones por teléfono. Ya rara vez se presentaba por aquí, mantenía el contacto con todos pero no le daba tiepo a visitar todos los pueblos de su zona.
Entonces Ramón empezó a preguntar.- Y María ¿ No viene ahora?- cuando le decía que hacía tiempo que no la veía pero que hablabacon ella por teléfono siempre me encargaba recuerdos de su parte. Meses se tiró viniendo casi a diario y preguntando lo mismo, llevándose siempre igual respuesta. Nunca iba más allá, ni un comentario personal, ni una sola palabra más sobre ella, pero se veía el tipo de interés que le rondaba. Tras haber oido mi respuesta, charlaba un  poco de cualquier cosa y se iba alegando cualquier tarea, despidiéndose hasta mañana.
No sé por qué un día se dió cuenta que ya nunca la veíamos y él disminuyó la frecuencia de sus visitas. Cambió un poco la pregunta.- ¿ Hace mucho que no hablas con María?- le digo que casi todas las semanas, pero que ya no puede venir. Él agacha la cabeza, y me pide que le mande recuerdos de su parte.
Ya casi nunca viene por la botica. No sé donde pasará ahora las mañanas, sigue yendo al casino para ver el futbol o los toros y sigue contando sus historias cuando se lo piden. Se diría que sigue pareciendo que se le ve feliz. Pero cuando por las tardes, despues de cerrar me lo cruzo camino de su casa,  invariablemente cada vez, me pregunta si hablo mucho con María y me pide que le dé recuerdos de su parte. Y su mirada baja denota tristeza.

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