viernes, 18 de junio de 2010

SARAMAGO

La noticia triste de su muerte me llegó a mediodía. Admiré y admiro a este autodidacta porque si es difícil aprender cuando tienes todos los medios, imaginaos cuando no tienes nada. Aprendió a leer y escribir solo. Normal que no tenga Dios, no lo ha visto ni en pintura, y si lo hay, por él no se preocupó mucho. Curiosamente, por haber aprendido solo, tuvo un gran maestro y a las pruebas me remito; su bibliografía es de una coherencia como pocas. El nivel de calidad de sus obras es muy parejo; no hay, o al menos así me lo parece, petardazos en su producción. Era un currante nato, y eso se nota en sus libros; estaban tremendamente trabajados. Como encima era un gran escritor pues las obras eran redondas. Comprometido con sus ideas, comunista de toda la vida, era sin embargo tremendamente respetuoso con las ideas de los demás. Siempre hablaba claro, pero sin aspavientos, no elevaba nunca el tono pero decía lo que tenía que decir. Se puede razonar sin tener que chillar, sobre todo si, como él, se tienen argumentos.
He leído unos cuantos libros de Saramago, me faltan muchos, pues su producción es bastante extensa, pero es de esos autores que me sorprenden gratamente con cada libro. El enfoque, la lente con la que mira al mundo en sus obras, me parece brillante. Es un ateo capaz de escribir un Evangelio, o demostrar que en el país de ls ciegos, la que ve es la que más ha de sacrificarse y luego si mantiene la lucidez hay que exterminarla, junto con los que, ejerciendo sus derechos, no hacen lo que desde el poder se espera de ellos.
Contador de historias maravillosas, de viajes fascinantes, en los que lo más absurdo es el Hombre.
Este verano creo que haré acopio de algunas de sus novelas que aún no he leído. Seguro que las disfrutaré.
Nunca quiso ir al cielo porque no creía en él. Espero que dondequiera que se encuentre, esté en la gloria. Lo tiene más que merecido.

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