jueves, 11 de marzo de 2010

exiliados en el paraiso.

Hubo un tiempo que los jóvenes abandonaron los pueblos buscando un mejor porvenir en las ciudades. Las oportunidades, el progreso y el trabajo solo se encontraban en éstas, y en pocas generaciónes, montones de pueblos se quedaron sin habitantes o sólo poblado por viejos. El milagro de la vida en las urbes, las industrias y toda una nueva forma de vida, hizo olvidar la vida amable, serena y sencilla del medio rural. Era una vida dura, sin comodidades y que requería mucho trabajo para obtener de la tierra cuanto se necesitaba para vivir. Había poca especialización, de modo que las familias eran casi autosuficientes. Mientras la ciudad creaba una vida basada en la diversificación de las profesiones, en el pueblo todos hacían un poco de todo. La riqueza solo era posible en las ciudades, y esa esperanza de alcanzarla movilizó a la juventud.
El precio a pagar por llegar al mundo de las oportunidades era acelerar el ritmo de vida. El pueblo no tiene prisa. Las cosas tienen su ritmo propio y nadie piensa en acelerarlas. En la ciudad si haces las cosas en menos tiempo podrás hacer más y ganar más dinero. Nacen las horas extras, los incentivos por producción y, en definitiva, el estrés de la ajetreada vida de ciudad. La superpoblación, la incapacidad de absorber toda la mano de obra que llega a las ciudades, hace que aparezca el paro y los problemas de aquellos que,  con fiados en la promesa de una vida mejor se encuentran que la realidad, muy al contrario, es desesperada. Pero ya no están dispuestos a renunciar a las comodidades de la ciudad, ya no quieren el trabajo duro del campo, ni la vida incómoda de los pueblos.
Ahora empieza a producirse el proceso inverso. Gente de la ciudad, hartos del estrés y de la infartante vida urbana, a menudo con problemas para lograr un trabajo, encuentran en la tranquila vida de los pueblos no solo un lugar donde vivir con más calidad de vida sino tambien una forma agradable de ganarse la vida. Las comodidades del medio urbano hoy son casi todas transportables al medio rural, por lo que no hay que renunciar a mucho y se gana en tranquilidad, salud y calidad de vida. Casi todos los hoteles y casa rurales que estan surgiendo por todos los pueblos están regentados por personas que han huido de las ciudades buscando un lugar donde vivir mejor y poderse ganar la vida. Y muchos se han dado cuenta que, cuando la ciudad los ha echado por falta de trabajo, y se han ido obligados por la necesidad de encontrar un medio de vida, han llegado a un lugar donde no solo tienen trabajo, sino también una vida infinitamente mejor. La ciudad que los echó, y que con tanta pena dejaban, los ha exiliado al paraiso.

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