martes, 23 de marzo de 2010

Mi colonia de la playa.

De cuantas cosas absurdas nos rodeamos y nos parece lo más natural del mundo. Mi colonia de hombres favorita es una que no me gusta mucho como huele. Adoro su olor en mi cuerpo pero no me gusta. Vale, admito eso de "quien te entienda que te compre" porque lo que estoy diciendo no tiene sentido. O quizá si. Os lo cuento.
Todo empezó hace algunos años, a principios de Setiembre. Durante la primera quincena de este mes me quedo en la playa con mis hijos mientras que mi mujer se vuelve a la villa a currar (yo empiezo las vacaciones quince días después, por eso ella las acaba antes). Estaba a punto de llegar el finde, y con él la "trabajadora" desde la villa, cuando vi que no me quedaba loción para despues del afeitado. Fui al centro comercial para buscar mi marca pero no la había. Las que conocía no me gustaban, y había un neceser de una marca conocida con una colonía y el after shave. No la había olido en mi vida, pero como la marca era conocida y no había otra me lo llevé. Al principio no me resultó excesivamente agradable, solo pasable, pero  usé el after, por lo que para no matar los olores, me puse tambien la colonia. Tenía un aroma fresco, pero muy diferente de todas las que yo solía usar. En condiciones normales creo que nunca la hubiese elegido, pero seguí usándola cada vez que me afeitaba. Cuando me fuí de vuelta al trabajo allí se quedó la colonía y el after. Cuando volvía a la playa durante los fines de semana volvía a usarla, solo allí. Con el tiempo asocié ese olor con la diversión de la playa y el no trabajar, y entonces se obró el milagro, llevar ese olor y sentir que todo era disrutar fue todo uno. Olía esa colonia y se me alegraba el ánimo. Cuando se me acabó el bote salí corriendo a comprar otro, desde entonces procuro que no me falte, solo para la playa. Si me aislo de todo y solo me fijo en el olor casi me lo quitaría, pero lo huelo y solo pienso en que lo que tengo por delante es diversión, a ver quien es el guapo que renuncia a eso.
Así que ya sabéis porque me encanta una colonia que no me gusta. Supongo que todos o casi todos, arrastramos incongruencias de ese tipo en cosas de poca monta. Forman parte de eso tan complejo y difícil de entender que somos las personas. Pero precisamente esas cosas nos dan matices, nos hacen diferentes unos a otros y ayudan a que conocer a los demás pueda ser algo fascinante; extraño, pero fascinante.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

^_^ a mí me gusta mucho gastar la tinta de los bolis, pero cuando se acaba me da pena tirarlos, siempre pienso "y si algún día me hace falta un boli sin tinta y no encuentro ninguno?" cosas raras hay en tos laos jeje

j.garq dijo...

Para mi niña: Que sepas que durante la carrera yo necesité para hacer chuletas muchos bolis sin tinta. Y era un trabajazo cuando había que gastar uno, así que no creas que es una chalaura y guarda al menos uno por si acaso. Las cosas, por disparatadas que parezcan, pueden tener sentido. Un boli sin tinta puede ser muy útil para aprobar cierto tipo de exámenes. Un beso.