miércoles, 10 de marzo de 2010

Tengo mi (viejo) ordenador nuevo.

Tras algún tiempo en el que tardaba en poder entrar en blogger más de una hora, el equipo médico habitual, fundamentalmente Colorao, ha formateado mi ordenador. Estaba hasta arriba de troyanos, espías, gusanos, cuquis- no sé qué y otras yerbas por el estilo. Últimamente escribir con él era toda una peripecia: nunca sabías lo que iba a pasar. Todos los bichos que tenía ahí dentro lo hacían incontrolable, cada día uno de ellos hacía algo diferente. Era para volverse loco, una auténtica odisea (normal, tenía unos pocos de troyanos).
Lo bueno de estos aparatos es que les borras la información  y se quedan como nuevos, no hay memoria, no hay cicatrices. Eternamente joven, comienza de nuevo, parte de cero, pero de un cero exactamente igual que la primera vez, y a eso nosotros no estamos acostumbrados. Cuando empezamos de nuevo algo partimos de la experiencia anterior y ese bagaje nos condiciona, no estamos igual que al principio. Por eso esa regresión tipo el día de la marmota nos parece antinatural. Al ordenador lo formateas y vuelve al primer día a hacer exactamente las mismas cosas. 
He perdido muchos datos que tenía guardados, pero, o no valían mucho o ya volverán. Lo importante es que ahora vuelve a funcionar como debía. Ahora solo falta que yo de el nivel necesario para que el blog tenga algo que merezca la pena, ya no puedo excusarme en que me desesperaba con su lentitud y sus fallos (a veces me borraba una entrada cuando estaba a punto de acabarla, me daban ganasde tirarlo por la ventana).
Así que, de todo lo que pase hasta que vuelva a llenarse de bichos, el único responsable, para lo bueno y para lo malo soy yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pos a mí la verdad es que me da mucha pereza formatear los ordenadores, el viejete solo lo he formateao una o dos veces... será que soy sensible con la pérdida de memoria de los ordenatas...

j.garq dijo...

Hija, cuando cada día te hace una putadilla distinta, terminas por desesperarte. Ni te imaginas como te sienta cuando, casi terminada una entrada, se te borra entera. Dan ganas de tirarlo por la ventana. Llegado a ese punto haces lo que sea. He perdido algunas cosillas, pero ahora escribo y, más o menos, las cosas se ponen donde deben. Besos