martes, 29 de diciembre de 2009

El refranero

Reconozco que me gustan los refranes. No porque puedan servirnos para nada (nadie escarmenta en cabeza ajena). Es más bien porque muestran el ingenio popular.
Ese saber anónimo que el pueblo ha ido almacenando durante siglos retrata como somos. Suelen estar cargados de humor, ironía, grandes dosis de verdad, un poco de engaño y muchisimo sentido común. Condensan en pocas palabras, nomalmente muy bien puestas, la experiencia de un pueblo adquirida a lo largo de su historia.
El refranero es un tramposo,juega con dos barajas; una para ganar y otra para no perder.
Dice que "A quien madruga Dios le ayuda",  pero tambien "No por mucho madrugar amanece más temprano". Incluso se burla de si mismo con "hay más refranes que panes".
Es esa capacidad para contradecirse con ingenio y que parezca que tiene sentido, para reirse de nosotros y de si mismo, para parecer que nunca se equivoca sin mostrarse pedante la que hace al refranero algo entrañable. Nos ayuda además a expresar con brevedad algo que nos costaría definir por nosotros mismos, cuando usamos un refrán todos entienden lo que queremos decir.
Se están perdiendo muchos de ellos, es una pena. Desaparecen como tantas cosas: juegos, cuentos, profesiones, etc. Son, como las especies en vías de extinción, victimas inocentes de la velocidad conque la civilización humana modifica el mundo. Todo cambia  y en ese proceso desaparecen muchas cosas. Incluso aquellas que forman parte, como los refranes, de nuestra memoria colectiva. Me gustaría que no se olvidasen nunca y espero que mucha gente quiera recordarlos para que no se pierdan. Ojalá, al fin y al cabo, " la esperanza es lo último que se pierde".


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