sábado, 26 de diciembre de 2009

El sentido de la Navidad

Si esperáis una empalagosa representación de todos los tópicos navideños aquí no va a ser. Soy más prosaico que todo eso. Mi intención es rebuscar qué sentido  nos ayuda más en la Navidad. Hablamos de sentido en el sentido más fisiológico.
La vista disfruta en Navidad con un entorno urbano que se esmera en hermosear. Calles y comercios se engalanan  y aparecen por doquier montones de belenes, algunos preciosos. No siempre el buen gusto domina la escena pero, en conjunto, es de los sentidos de los que más se puede disfrutar.
El oído no goza de igual fortuna: el surrealismo villanciquero hispano atruena por las calles haciendo  que al paso de los Reyes se vea ( o se vaya) Holanda, mientra beben peces en el río, o las campanas se amontonan unas sobre otras y personas, animales o cosas se dedican a putear al pobre San José . Obras tan ligeras como las de los Strauss, algunas muy hermosas, compensan, siquiera en parte, el desguisado. Con todo, para mí es de los sentidos más perjudicados.
El tacto cobra poco protagonismo en estas fiesta como no sea para valorar la calidad de algunos regalos, pero para mí que éste ni fu ni fa.
El olfato se impregna de perfúmenes por las calles. Todos quieren oler bien en estos días, y los dulces de las monjas (visita frecuente en estas fechas) aportan unos aromas antiguos que son maravillosos.
El rey del Mambo como os podéis figurar es el gusto: La Navidad es comilona día si y día tambien. Todo aquello que el resto del año no se prepara por laborioso y difícil lo tomamos en Navidad. Engordamos unos cuantos kilos, a base de dulces, tartas, pero tambien con banquetes de carnes o pescados guisados con enorme elaboración. En muchos momentos llegamos al hastío, pero al rato volvemos a las andadas. No hay reunión que no sea con mesa y mantel por delante. Es cierto que como "los duelos con pan son menos", la comida (y bebida) facilitan el trato con personas con las que el resto del año no tenemos apenas contacto. Si el que te toca al lado no te cae muy bien pues ... a pegarle al tinto o al solomillo y aquí paz y después gloria.
En el fondo, y en todos los sentidos, para sobrevivir a la Navidad lo que hace falta es mucho estómago.

Con mis mejores deseos, espero que mi elección navideña os guste.

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