viernes, 12 de febrero de 2010

del goce del amor (y 3). Dos en uno

Manuel y Lola han vuelto hoy a pasar por la farmacia. Raro es el día que no necesitan un medicamento, toman tantos.  Son personas sencillas y entrañables, y por su aspecto se ve que no lo han tenido fácil en la vida.
- ¿ y los nietos, vinieron esta semana ?- Les digo cuando van entrando.
- ¡ Que va !. La mayor tenía un examen y s´an quedao en Sevilla.
Me dan sus recetas y sé que tengo que ponerles a cada uno las suyas en bolsas independientes. Nada más ponerlas en el mostrador ella coge una del montón de las de él. Va a empezar el espectáculo.Siempre andan riñendo, él bastante gruñón, ella es más tranquila.
- Que no, Lola, que no, que la verde de la tensión es la mía, la tuya es otra.
- ¿ Y que más da, no es p´a la tensión ?. P´o me servirá tambien ¿O no,señor J....?
- No Lola, Manuel tiene razón, no son iguales porque no  hacen las mismas cosas aunque las dos sean para la tensión. Cada uno debe usar la que le mande su médico.
- Lo ves, anda, me voy p´a fuera que aquí no se pué fumá.
- Tu no tenias que fumá ni aquí ni en ningún lao...
- ¡Y esta mujé, nos´pesá...!
Y allá que se va a la puerta a esperarla, porque ella lleva el dinero y las cuentas de lo que se compra.
-Señor J..., convensale usté que no fume, que cuando tose parece que se va a partí. A usté le hace caso.
- En eso Lola no hay manera, pero lo de usar cada uno sus pastillas si que tienes que hacerlo.
Miró hacia fuera, y luego a mi como si fuera a contarme un secreto.
- Yo, cuando le mandan una pastilla nueva, los primeros días me tomo las mismas que él, no vayasé que le caigan mal y se muera y me deje aquí sola. Despues de aguantarlo toa la vía ese no me deja a mi tirá. No; será más güeno o más malo, pero me tocó, y ese no se va sin mi. Yo primero vale, pero dejarme sola ni mijita.
- Anda Lola que no eres nadie- Le dije muerto de risa- no tienes tu guasa....
- Nos hemos peleao mil veses, yo le dije que no lo quería a mi lao, hemos estao sin hablarnos yo que se er tiempo. Pero ahí lo tiene, como un perriyo perdío mientras no salgo. Y yo que iba  a hasé sin él... morirme de pena, no tené con quien reñí, ni de quien reirse con sus cosas. Sin él que hago yo. Los niños tós por ahí, tan lejos, con su vida hecha...., que no. Que no me deja sola, como se l´ocurra morirse primero.... lo mato, es que lo mato.
Yo muerto de risa ( y de envidia), la acompañé hasta la puerta y me despedí de los dos.
Y allá que los vi alejarse, calle abajo, creo que refunfuñando, pero juntos, siempre juntos, al mismo paso y rozandose sus hombros.

1 comentario:

Álvaro Sánchez dijo...

jaja, las historias del boticario