jueves, 11 de febrero de 2010

el dolor del amor (2). El fracaso

 Hace unos días se ha hecho público el muy civilizado divorcio por mutuo acuerdo de la Infanta y D.  Jaime de Marichalar. Él se cae de la foto oficial, pierde el título nobiliario y la escolta personal y desconozco lo que sucede con la patria potestad y custodia de los hijos amén de muchos otros detalles que no se si se han divulgado o no pero que a mi bien poco me importan.
La  imagen al exterior de éste y otros muchos divorcios parece idílica, el mutuo acuerdo, por el bien de los hijos, permanece un profundo afecto y respeto entre ambos,  seremos siempre amigos, no pudo ser la convivencia pero se mantiene cierto cariño.....
En la mayoría de los casos ( y yo no aseguraría en que parte se encuentra muchos de esos divorcios ideales) la realidad es bien distinta. Cuando una pareja se une cree que será para siempre, en muchos casos el tiempo se encarga de mostrarles su error. La convivencia es muy complicada, todos tenemos defectos que el otro debe soportar. Al principio los defectos se camuflan hasta creer que son virtudes, pero luego, al pasar de los años se ven como son de verdad. Es el famoso lunar encantador que se vuelve repugnante verruga. O el suave ronroneo que me adormece que pasa a ser "roncar como un cerdo". El amoldar las vidas de ambos, la una a la otra, aceptando que somos personas y no el ser ideal con el que creíamos casarnos es a veces dificil, y muchos no lo consiguen. Si pasada la efervescencia del amor romántico no se han creado fuertes lazos de afecto que estabilicen la pareja ésta se va al garete. Siempre, en estos casos uno renuncia antes, mientras que el otro aún apuesta por la pareja. No presupone esto que el que renuncia antes no lo haya pasado mejor ni peor hasta desembocar en el fracaso. Cada caso es diferente, a lo mejor él que se va lo hace tras haber sufrido y luchado lo indecible, o simplemente ha encontrado otra pareja más joven  y se ha vuelto a enamorar. La sensación del fracaso es muy dolorosa. Uno apuesta la vida  por una relación y un buen día ya no queda nada, la realidad es que no es de un día para otro, pero es como la muerte de un enfermo grave; no por menos esperada no nos coge por sorpresa cuando llega. El día de la ruptura es el del fin del mundo, vale que anunciado, pero es el día que se acaba. Y uno se  culpa o  culpa al otro de todo, y se siente como si no valiera nada. Soy de imágenes que me representan un estado de ánimo,  para esta situación tengo la de Alfredo Landa en una película que creo que se llamaba "las verdes praderas". La peli era muy mala pero me redimió a Landa, que  desde entonces lo vi como un buen actor. En ella mira a su mujer con ojos tristes y aspecto abatido y le dice-¡ Coño, maría, que "me´equivocao"!-.Su voz entonaba la desolación total. La cara de ese hombre reflejaba, entre lágrimas, el desconcierto de sentir que todo lo que llevaba hecho en esta vida no había servido para nada. (no veais la peli, no merece la pena , pero esa escena no se me olvidará nunca). Algo así me parece que debe sentirse cuando se acaba una pareja, una sensación de años de vida tirados por la borda. De fracaso de todo cuanto se había hecho hasta entonces. Un vacío por dentro de todo lo que podemos recordar, nada de ello puede salvarse, partir del cero absoluto, pero con el dolor a cuestas....
No doy soluciones, no las tengo, solo supongo que, como mi héroe, mirada al frente, volver a levantarse y, si es posible, rehacer tu vida. Solo o en compañia de otro(s).

2 comentarios:

Álvaro Sánchez dijo...

Interesante leer estos textos tan "anti-san valentín" en estas fechas. Sin duda eres el único que me está aportando la cara B del romanticismo. Uniendo mi comment a ambos post desde aquí, diré no he pasado aún ni por uno ni por otro, pero que seguramente el primero venga algún día, no muy lejos. El segundo, desde luego espero que no.
Un saludete from London

j.garq dijo...

Asumo el papel de abogado del diablo normalmente con mucho gusto, pero.... esto aún no ha terminado. A la semana de San Valentín aun le quedan unos días. Las cosas no son como empiezan sino como acaban. Un abrazo.