martes, 2 de febrero de 2010

Marta

Hace unos días se cumplió un año de la desaparición de Marta del Castillo. Lo inhabitual del caso, y de todo cuanto le rodea, hace que no haya dejado de estar en primera página desde entonces. Eso tampoco es lo corriente, en un mundo donde hay trágicos sucesos a diario, la prensa suele olvidar pronto lo que ya no es novedad, para destacar lo inmediato. Las noticias pasan de ser estrella de portada a juguetes rotos y olvidados por culpa de las novedades.
El caso de Marta constituye una notable excepción. Y lo es a mi parecer porque la sociedad no entiende qué está pasando. Observamos perplejos como un grupo de adolescentes (incluso un menor de edad) mantienen en jaque a  la Policía durante todo un año, sin resultados positivos, al menos en cuanto a la recuperación del cadáver de Marta. Desconozco todo lo que sabe la Policía sobre estos hechos, supongo que será casi todo. Pero para la familia, una vez asumida la certeza de la muerte, el consuelo solo puede comenzar con la recuperación y entierro de sus restos.
¿ Qué está pasando? ¿Cuántas cosas están fallando? ¿ Cómo es posible que no haya mecanismos para conseguir  que esos chicos digan donde está el cuerpo? ¿ qué clase de juventud sin piedad ni valores estamos criando?.
Toda generalización conlleva injusticias. Estos niñatos no representan la juventud de nuestro país.  No quiero ser demagogo,no voy a hablar de cadena perpetua, ni abogar por el uso de torturas o palizas para hacer confesar, me repugna la violencia, pero habrá que buscar alternativas a estos métodos. Es dificil creer que no existan en una época de tecnología tan avanzada como la actual. A lo mejor sería cuestión de plantearse usar métodos técnicos no lesivos para averiguar la verdad.Cuando dos derechos entran en conflicto creo mejor salvaguardar siempre el de la víctima antes  que el del delincuente. Creo que es justo que una familia desconsolada por un brutal asesinato consiga algo de paz teniendo el cuerpo de su hija. Comprendo que todos tenemos derecho a no inculparnos o a intentar minorar nuestra condena, pero me parece que el derecho de esta familia a descansar y poder enterrar a su hija debe prevalecer.... Y, por encima del de todos ellos, está el derecho de Marta, la mayor de las víctimas de esta tragedia, a tener, si no tuvo una muerte digna, al menos un entierro.  Que sus restos tengan una sepultura como todos y a una muerte injusta no le siga, ademas, un hoyo olvidado donde no pueda su familia ni siquiera ir a llorarle.

1 comentario:

Álvaro Sánchez dijo...

Es triste, la verdad, darse cuenta de que somos tan avanzados para unas cosas y tan poco para otras. Un día el país está conmocionado por el asesinato de una chica y al día siguiente ya hemos pasado página. Triste, triste...