jueves, 11 de febrero de 2010

el dolor del amor (1). El desengaño.

Siempre pensamos que el amor duele cuando no es correspondido. Lo hace, de forma tumultuosa e insoportable, llevando a veces al suicidio. Cuando un adolescente se enamora, a menudo la otra persona no tiene esos mismos sentimientos. La desesperación se adueña entonces de uno y se cree que no va a poder superarlo, no hay salida para su estado y su dolor. Pero, poco a poco, casi siempre el dolor va mitigando y con el tiempo otra persona ocupa el lugar de la que parecía insustituible. Pero no siempre es así, a veces el problema es mucho más grave. A veces acaba con la vida. No es un asunto menor, el suicidio es la tercera causa de muerte entre las personas de 14 a 25 años. El desengaño amoroso, junto con el estrés que suponen todos los cambios tanto físico como mentales en esa época, es una de las principales causas de suicidio entre los adolescentes. Para conocer el alcance real de este problema, es conveniente conocer algunos datos:
 Si el número de suicidios es de por si  muy alto, el de intentos fallidos es aún muchisimo mayor. Se calcula que hay entre 8 y 25 intentos por cada suicidio que se produce, siendo el número aún mayor en el caso de los adolescentes.
Dentro de los adolescentes, los varones se suicidan más que las hembras en una proporción que varía entre unos países y otros pero que oscila entre 3 ó 4 a 1. A medida que el nivel cultural aumenta esta proporción disminuye, siendo entre universitarios de 1.5 : 1. Sin embargo la proporción de intentos fallidos es muy superior en hembras que en varones.
El suicidio juvenil no es únicamente causado por un desengaño amoroso, situaciones conflictivas o de desarraigo familiares, abusos en la casa o en  los institutos, problemas con drogas y un largo etcétera tambien pueden provocarlos, pero si es responsable de una proporción muy significativa de los que se producen.
¿ Qué lleva a alguien en lo mejor de la vida, cuando es el momento de  disfrutarla, a ponerle fin?
La vida del adolescente es compleja, todo cambia y además muy rápido; el cuerpo, la vida, la mente, los deseos... todo es desbordante. En esa época la vida es una batidora que lo rompe todo; normalmente del destrozo sale un zumo maravilloso que da gloria (beber) vivir, pero a veces produce algo que el joven percibe como amargo y venenoso. Y lo peor es que a veces se mete fruta y sale pócima. Ponemos lo mejor de nosotros en un intento de relación pero por la otra parte no hay correspondencia. No es culpa de nadie, es solo que no siempre se tienen los mismos deseos. Todos hemos  pasado por eso, normalmente, al final es solo un recuerdo, una experiencia de juventud de la que luego nos reimos pero que en su momento nos pareció que era el fin del mundo. Y por desgracia para algunos, lo es. 

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