jueves, 25 de febrero de 2010

Tal como lo veo.

Reconozco que en cuestiones políticas, como todos, no soy imparcial. Tengo mi propia opinión sobre como deberían hacerse las cosas y soy moderadamente de derechas. No pido perdón, como parece que habría que hacer según opinan muchos, por hacer dicha declaración. Y pienso así porque la experiencia me ha dicho que funcionamos mucho mejor cuando nuestro propio bienestar particular está en juego que cuando somos "funcionarios depositarios de la confianza y responsabilidad delegada del Pueblo", es decir, cuando vamos a pasar las siete horas complicándonos la vida lo menos posible. Reconozco en la idea socializadora del "entre todos y para todos", el ideal de gobierno del país de los ángeles, pero no me ha tocado vivir en él y me fío más del "si a cada uno nos va mejor la cosa va bien". 
Confío más en que el egoismo personal pueda generar  el bienestar general que no el altruismo. Trataré de explicar lo que para mi solo es una aparente paradoja: Si podemos lograr que los intereses particulares empujen (por coincidir) con los intereses del bien general, tendremos en cada ciudadano un fiel aliado para conseguir nuestros fines. Lo dificil a veces es aunar esos intereses, pero no siempre, tomando ciertas medidas es posible buscar ese punto común en más casos de lo que parece. Luego, aquellos sectores estratégicos en los que esto no es posible, si deben tomarse, por parte de Papá Estado, las medidas necesarias para su correcto funcionamiento.
En un país con los sectores productivos saneados y generando ingresos hay un amplio margen para aquellos sectores que por su caracter social son deficitarios. Hablando en plata: Si la gente está trabajando hay dinero para pensiones y sanidad, se puede ayudar a los más desvalidos y proporcionar servicios e infraestructuras cada vez mejores a los ciudadanos. Si cada ciudadanito produce para su propio mantenimiento y aportar algo a la comunidad todo funciona.
Mientras menos sean los que dependen económicamente de ese algo que aportamos a la sociedad, más habrá que ingresen en el fondo común, si todos los que podemos tenemos trabajo. Por ello defiendo que todo lo que pueda funcionar en manos privadas lo hará mejor que en las públicas porque ya se encargarán los dueños que así sea por su propio bien. Hay que vigilar que, por su afán de lucro, no sufra menoscabo la calidad del servicio que se presta, pero incluso eso, si hay libre competencia, tambien se controla porque el propio usuario, si puede elegir, va a donde le hacen mejor las cosas. Lo que no se puede consentir son los monopolios, pero si hay competencia la calidad  mejora por si sola.
El hecho de opinar así no me ciega en cuanto a la bondad o no de los políticos según su ideología. Comparto el desencanto popular con la clase política, y mi opinión sobre los políticos, al menos los primeros espadas y sus inmediatos perseguidores en los principales partidos, es que juegan malos contra peores, y me cuesta decidir quienes son malos y quienes peores.
Con perdón, y aquí si lo pido porque no quiero ofender, pienso que tenemos los peores políticos desde que yo recuerdo, en ambos lados. Y ahora con la crisis parece que tienen que ponerse de acuerdo. No sé si la magnitud del desastre económico en el que estamos o su estrechez de miras es la causa, pero yo los veo más por la labor de ridiculizar a los otros que por ponerse a arreglar esto. Y así no vamos a ningún sitio. 
Yo, que hoy pensaba hablar del tiempo y sus chaparrones (típico tema cuando no hay otro), he decidido que el "chaparrón" le cayera a los políticos, que bastante agua tenemos ya por estos barrios.

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